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Tres martinetes y una sonrisa cansada

14 de marzo del 2025

Habíamos caminado más de veinte kilómetros. Mi madre, Kuro y yo. El cuerpo ya no respondía igual, los pasos eran arrastrados, y el deseo de llegar a casa se había vuelto casi una súplica silenciosa. Mi madre no lo decía, pero se le notaba. Era su primera vez haciendo la caminata completa por mi lugar de pajareo… y yo creo que, a esas alturas, ya se estaba preguntando por qué había aceptado venir.

Y fue entonces.
Justo cuando ya no esperas nada más del día.
Justo cuando lo único que deseas es un sofá y cerrar los ojos.​

Levanté la vista hacia los árboles.
Y lo vi.

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Primero dudé. Pensé que sería una garza real. Pero algo no encajaba. El tamaño, los ojos, el cuello recogido, como encogido sobre sí mismo. Me quedé mirando, inmóvil, sin pestañear. Y el corazón me dio un vuelco. Era más pequeño, más compacto, más quieto. Y entonces lo supe. Era él. El martinete. El ave que llevaba más de un año soñando encontrar.

No uno. Tres.
En plena luz del día.
Y tan cerca que parecía imposible.

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Dudé, por supuesto. Dudé de mi vista, dudé de mi memoria, dudé de mi suerte. Pero en el fondo, lo sabía. Lo supe incluso antes de estar segura. Como si el cuerpo lo reconociera antes que la mente.

Me giré hacia mi madre y se lo dije con voz temblorosa, casi sin aire, como si estuviera compartiendo un secreto. Ella, rendida, me regaló una sonrisa de esas que solo dan las madres cuando ya no les quedan fuerzas, pero aún les queda amor.

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Sé que no comparte mi pasión por las aves. Al menos no de la misma manera. Pero hay algo que cambia en sus ojos cuando yo me emociono. Algo que se enciende. A veces me señala algo y dice “¿Qué es eso?” con una curiosidad infantil que enseguida intenta disimular, como si no quisiera reconocer que está empezando a mirar. Pero yo lo noto. Cada vez más. La observo como ella me observa a mí. Con cariño. Con cuidado. Con silencios que dicen más que las palabras.

Ver al martinete por primera vez fue un regalo. Un regalo que no esperaba. Un instante perfecto, suspendido entre el agotamiento y la magia. Y me alegra que fuera con ella. Porque cuando pienso en ese momento no veo solo al ave que tanto deseaba. Veo su rostro cansado, su sonrisa suave, y esa forma suya de acompañarme incluso cuando no entiende del todo lo que me mueve. Su amor incondicional estaba ahí, igual que los martinetes: sin anunciarse, sin hacer ruido, pero tan cerca… que aún hoy, al recordarlo, me deja sin aliento.

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TRÍPTICO FOTOGRÁFICO 🌿 

📦 ¿Qué incluye este producto?

  • 3 fotografías impresas en papel fotográfico con acabado profesional, suave y duradero.

  • Montadas sobre cartón pluma ligero 10mm, listas para exponer tal cual, sin necesidad de marco ni clavos. Se recomienda usar cinta de doble cara.

  • Packaging cuidado y personalizado, preparado a mano.

  • Cada tríptico cuenta una historia visual, y puedes colgarlo en línea, en columna, o como prefieras.

 

📏 Tamaños disponibles:​

  • Pequeño: 10 x 15 cm (papel químico rc mate)

  • Mediano: 20 x 30 cm (papel químico rc mate)

  • Grande: 30x40 PREMIUM (impresión con tintas INKJET)

  • Gigante: 40X50 PREMIUM (impresión con tintas INKJET)

 

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  • Regalos con sentido.

  • Amantes de la naturaleza, la fotografía y los animales.

  • Espacios que necesitan vida, color y una historia que contar.

 

🛒 Precio

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  • Mediano: 69,90 €

  • Grande: 179,00 €

  • Gigante: 215,00 €

 

📦 Ambos precios incluyen las tres fotografías, la impresión, montaje y embalaje.

Los envíos son gratis a partir de 60€

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